miércoles, 11 de junio de 2014


Si hubiese sabido que ese sería nuestro último beso, me lo hubiese guardado,guardado para otra ocasión, este tiempo donde me haces tanta falta.

Lo tendría oculto, en un sitio que fuese sólo mío. Lo usaría de a poco para no gastarlo, un tantito cada día, cada mes.
Si hubiese sabido, me lo guardo.
Lo atesoro, jamás lo acabo.
Si hubiese sabido, pero no supe. 
"Que me piense, que me recuerde."
Lanzo al aire esta oración, una especie de conjuro, de hechizo, de susurro y suspiro.
A quien la escuche, a quien la cumpla.
Al viento, al dios, que de vez en cuando, creo.
A ese que sé que me conoce lo suficiente y no se ofende ante mi duda.
A la luna, a los astros, que son dios, que dios es cada uno de ellos.
"Que me piense, que me recuerde, que en sus sueños, mi imagen, mi nombre, mis besos lo tienten, lo mimen, que sienta y desee, que me quiera."
Me lo repito una y otra vez.
"Que no me olvide."
Le ruego al viento, le recalco.
"Que en esta noche me recuerde, que hoy me piense a cada instante."
AMËN (en silencio suspiro).



Un lenguaje coincidencial de números.
Así como cuando se habla con un fantasma, con una sombra.
Diciendo palabras (números, pistas, señas) que pueden sean
recibidas o no.
Hay muchas probabilidades de que no.
No obstante, seguimos charlando entre sombras y fantasmas, con
palabras mudas, con números, pistas y señas, nos decimos todo,
tanto, sin decirnos absolutamente nada. 

viernes, 6 de junio de 2014

Te veo, Lasso
Tantos temores consumados en un sólo nombre.
Un nombre tan simple que es capaz de deshacer y construir con sus letras un sinfín de emociones.
Ese que es pronunciado en un suspiro, y acorta la complejidad de quien lo porta sin dejar de mostrar y ocultar el misterio de su alma.
Líneas sutiles, vocablos sublimes, todo abarcado en una sola palabra, que es exclamada y desarma cada uno de mis sentidos.
Tantos temores... Tantas verdades, y realidades ilusorias que creo para no olvidar, quizás para dejar de recordar. Recordar cada trazo que define y forma el nombre de quien redefine y reforma un trozo de mi al pronunciar, con su voz tan clara, mi nombre.


El amor no es nada, a veces.
El amor lo es todo, a veces.
Y existe cuando nos enamoramos.
Y desaparece al desilusionarnos.
Crece por tiempos, de diferentes formas,
medidas y poemas.
Vive y muere.
Es y no, está y se escapa.
Amor, amor eres tu amor,
y tú, tú eres yo...
Amor, amor somos los dos. 

No mezcles,
no emulsiones,
tus sentires,
tus instintos,
tus suposiciones.
No diluyas,
lo que crees,
lo que esperas,
lo que es.
Deja todo tal cual,
todo en su lugar.
Cada parte individual,
todo a parte,
sin mezclar.

Dame el instante que no posees.Te doy mi alma que no es mía.
Y si quieres también, el beso de aquel que en mis labios aún habita.
Yo te pido los que guardas, los de amores pasados, los de los queridos,
los de los olvidados, los que no llegaste a amar.
Te doy un trozo de mi cuerpo, o hasta donde me convenzas llegar. 
También, si quieres te doy de mis momentos, de mis caricias, de mis manos en tu pelo. 
Sólo si lo pides, te daré mi sentir, mi opinión sobre lo que siento hacia ti. Y si no, dedúcelo, invéntalo, suponlo. 
Dame de tu memoria, un tanto, y tus sonrisas, lágrimas, enojos, dame de tu ira, créeme que te daré la mía a cambio. 
Dame tu hombro, tan sólo, de vez en cuando, y un poco de tus oídos. 
Y jamás me niegues tu boca, tu lengua, tus palabras...

Quizás yo (ya) no creo en la primavera.
Puede que el invierno haya congelado mis entrañas.
Quizás los mejores recuerdos no sean del verano, si no de nuestro otoño, de aquellos besos tibios, de las caricias ocre, de tu sangre con la mía en la oscuridad de un atardecer.
Quizás ya (yo) no creo en la primavera ni en el florecer de los nuevos pistilos.
Puede que en ti muera esta urgencia de conocer, estas ganas de saber cuál es el aroma de tu piel al caer la tarde.
Quizás en ti olvide los besos de ayer, y muera en tu cuerpo florecido.
Quizás no creo, ven y hazme creer en esta dulce primavera que te envuelve.