miércoles, 22 de mayo de 2013


Dime ahora qué hago, si para olvidarte debo acortar mis suspiros, callar mis latidos, silenciar mi alma.

Cómo te olvido, si mi memoria son tu ojos, tus letras, mi aliento sin sentido.

Si para alejarte, me pierdo; Si para olvidarte de paso me olvido. Y dejo atrás aquello no sólo mío, de dos.


Sin amor, sin olvido.
Nada de promesas y esperas.
Noches sin lunas enamoradas, 
ni recuerdos de besos en la madrugada.
Sólo instantes no vividos y pasado sin memoria.
Sólo pasión, nada de historia.
Desde el principio hasta el fin de todo, de nada.



Y que el amor sea algo más espontáneo que un análisis.

Y que las promesas sean un pocos más consistentes que la neblina.
Que el cambio sea nuestra rutina, y los misterios parte del desayuno.
Que la ira y las mentiras se destruyan con cada amanecer.
Y nuestra esencia no se diluya, no se pierda ni por un buen ataque de realidad. 
Y que el "te amo" se aún más que un saludo y despedida.


Quisiera ser nada, ser olvido.
Ser un suspiro ahogado en la lluvia de los labios de alguien que nunca existió.
Quisiera no verme, quisiera no estar, ser vacío, oscura soledad.
Naufragar en los mares de lágrimas de cada ser que sufrió por ser, aquellos que nunca estuvieron al estar.
 

Suspiro, si ya ando suspirando entre la suavidad 
y la ironía de un suspiro.
Corrientes de aire sin sentido, con pocas intenciones eternas.
Respiro, inhalo-exhalo, mientras se pierden un tanto las lágrimas tras unas sílabas gastadas.
Palabras globales de las que me adueño, aún sabiendo su historia, su destino, su efímero objetivo.
Creo saber el próximo paso y su respectivo tropiezo. Y sigo con la idea de que podré sostenerme, y en caso de que caiga, dulce utopía, lo hagas conmigo.