Es que no puedo ni quiero superarlo, 
no así, no aquí.
Necesito tiempo, dejar todo intacto.
Es mucho, demasiado y me abrumo.
Me aterra a idea de dejar(lo) ir.
Hacerlo es derrota, cobardía.
Y me asusta el miedo en sí.

Y qué era lo que fue.
Qué será lo que viene.
Eras tú, me pregunto.
Era yo, me respondo.

Cielito de abril, Mon Laferte

Y que cuando muera, mis cenizas al viento vuelen, que al fin pueda mi cuerpo disfrutar de la libertad.
Libre, me preguntas si soy.
Claro que no.
Me aprisiona un cuerpo, una sociedad que me limita, prejuicios y estándares.
Una vida no tan elegida, reglas, métodos, costumbres.
¿Libre? Libre no soy.
De serlo, volaría.
Estaría donde no estoy.
Pero heme aquí, no tan mal, segura, querida; ¿pero, libre?
Libre no soy.

Lo extraño, con (casi) todas mis fuerzas.

Cómo desearía estar a su lado, 

en su defecto, en su mente (su corazón),

como antes lo estaba.

Me aterra y emociona el paso de los días,

lo mucho y tan poco que falta para este reencuentro tan anhelado, que he soñado cada noche desde ese noviembre pasado.

Que llegue ya el día en que sus brazos rodeen mi alma,

y en un beso me confirme que la pena lo valió.

Lo quiero, lo extraño.

Y justo cuando te quiero, me olvidas.
Y ya cuando me olvidas, recuerdo.
Recuerdo que querías quererme y lo hacías.
Lo hacías, ¿se te olvidó?
¿Lo hacías? Se te olvidó.