domingo, 10 de febrero de 2013

   


Un día, una mañana cualquiera.
O que tal, una noche...
¿O prefieres madrugada?
Una hora, la que más te convenga.
En un instante. 
En un letargo.
Dormirás en mis sueños.
Despertaré en tus brazos.
Y así, permaneceremos.
Sin importar quien nazca, 
quien caiga, 
si amanecer u ocaso.
Y un día, sin hora, 
nos perderemos al encontrarnos.


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