sábado, 23 de agosto de 2014



¿A quién dedicaré mi último suspiro?
Cuando el día de pronto en oscuridad se torne, cuando el abismo en el que vivo no me regale el aire, cuando ya me canse de estar cansada de esperar: ¿a quién?
Cuál será el detonante final, la meta en la que inicié el fin de estos días que se pierden cada vez más.
¿Cuál será mi hora última, el número que dirá final en cada dígito?
¿Noche o día?
¿Domingo o jueves?
¿A quién, cuál, cómo, dónde?
Preguntas al viento del viento desde el viento.
Preguntó por preguntar, ya sé las respuestas. 


Y si las luces se destruyen, ¿de qué sirve despertar?
Despertar en un mundo a oscuras, lleno de sombras.
Sin otro sueño que permanecer en el sueño de luces, eternamente alumbrada, fuera de las tinieblas y los fantasmas que en ella habitan, y las sombras.
Sombras que olvidan, y no olvido, que me persiguen al morir las luces, en este mundo de fantasmas y tinieblas, ya no quiero despertar. 


Entonces es cuando ves, cuando te adentras, cuando la verdad te atrapa, ves que todo era ilusión, que mi rostro sonriente no es más que una máscara adherida a mis lágrimas, que poco a poco, bajo la profundidad de un suspiro se ve diluida por la sal. Creíste que sería pura alegría, decepción, sorpresa adolorida.
Caíste de alto en el profundo abismo del engaño, tras la sombra de un mar muerto, de un aire retenido en jaula de acero y cobre, lástima que no tuvieses las agallas de permanecer, de nadar en mis aguas, de sobrevolar mis cielos de éter púrpura, de cuidar de mi en estas noches oscuras.
Cuánto amor para retornar, para agradecer sutiles promesas de viento que no te detuvieron y te fuiste, te vas al jamás sin regreso.

sábado, 9 de agosto de 2014

Deja te conecto, Zoé
En estos días difíciles, en estas noches amargas en las que me miento, en los que me hago creer que ya todo está bien.
En estas horas eternas, en este tiempo que pasa y se siente, en estos momentos de tanto creer, poco saber, de tanto y tan poco esperar.
Esta época de llanto, de sombras y mentiras, de días sin vida, de noches vacías.
Este invierno tan oscuro, esta primavera tan sombría; las luces desaparecen, la oscuridad nos habita.
Este es el día, la noche, la hora, el tiempo, la época en la que miro atrás; olvido y no puedo, intento seguir y tropiezo.
El momento en el que un rostro, una caricia, una mano, un recuerdo me limita, me rompe, me despelleja viva. Un alguien que no se distingue, un lugar que se ha ido, un instante muerto, un alma, la mía, que ha partido. 

Mis instintos me provocan a probar,
 a experimentar lo vacío e 
irreal de algo del momento.
De un beso sin futuro, 
de una caricia sin aprecio.
Degustar lo carnal de 
una noche sin el día, 
de una mirada sin ternura, 
pura pasión.
Instantes de lujuria, 
de amor fingido.
Mis instintos y su curiosidad.
¿Qué tan mal podría resultar?
Me atrae el riesgo, 
el no saber lo que se espera, 
el margen de posibles errores y aciertos.
Me agrada lo desconocido 
y el experimento que conlleva su prueba.
La expectativa, y el conocer, la intriga.




Te doy lo absurdo de un instante,
la vacía promesa de un tal vez.
Te ofrezco un momento silente,
el roce efímero de unos labios de miel.
Te entrego un poco de mí,
un trozo de cuerpo, 
y un tanto menos de mi alma.
Un poco de todo o nada de nada.

Nada se siente, sólo un vacío. 
Nada se cree, sólo un abismo.
Ecos de risas fantasmas retumban en
mi habitación.
Sonrisas de seres que deambulan uno junto al otro sin tocarse. 


Esta es la hora en que te recuerdo.
Es este el momento en que me deshago.
Extrañar tu presencia cuando respiro,
quererte a mi lado (inhalo, exhalo).
Es que aún no sé cómo se olvida,
y sigo sin creer que hayas olvidado.
Es este el instante en el que te pienso.
Este es el punto en que mi memoria se ha trabado. 

Ya vendrán nuevas páginas.
Ya vendrán nuevos lienzos.
No puedo evitar mirar más allá de este hoy tan vacío.
Cada inicio tiene un final.
Cada final viene proseguido de un inicio.
¡Qué inútil es la vida!
Busca confundirme y no.
No logra esconder sus secretos.
Todo es lo mismo.
Patrones, círculos.
Tras estas líneas, vendrán otras. 



Justo cuando intento considerarlo, cuando hago vanas promesas de resignación forzada, justo en ese instante, un destello de luz es emanado por sus ojos.
Y es en ese preciso momento que se viene abajo todo intento vano, toda promesa forzada, olvido cada palabra, justo después de que haya pronunciado las suyas.
Mi resignación se ve resignada, y vuelvo al punto final, donde todo empezó cuando terminó. 

Algo se quiebra, algo se pierde en la brisa de un otoño marchito.
En el frío paisaje solitario de un invierno tardío.
Es la primavera la que promete, la que con sus lluvias te devuelve a las áridas memorias del ayer.
Algo perdido insinúa regresar con las flores en la ventana.
Es este día, es el mañana, el que vislumbra nuevos soles de verano, las lunas carmesí que creíamos olvidadas.
Hoy, mañana, retornan. 

Tus números, que espían, 
me mintieron.
Prometiste un reencuentro 
y no llegaste.
Sin palabras, 
hablaste en silencio.
Te espero, y Benedetti 
me repite lo idiota que soy.
Te espero, en silencio,
pues no hablas.
Tus números mintieron; 
sin palabras, hablaste.
Y ahora en silencio, 
recuerdo lo idiota que soy,
pues te espero, 
con o sin números, sin palabras,
y no llegas, 
tal y como Benedetti me lo advirtió.


¿Cuánto tiempo permanece en tu rostro aquella sonrisa que finges para la foto?
¿Cuánto tiempo transcurre desde tu última lágrima hasta este preciso instante?
¿Cuántas veces deseaste escapar, olvidar, morir en el día de hoy?
¿A cuántas lágrimas equivale una sonrisa?
¿Cuánto se tarda en olvidar?
El tiempo es un recuerdo que nos persigue sin tener a dónde escapar.