Entonces es cuando ves, cuando te adentras, cuando la verdad te atrapa, ves que todo era ilusión, que mi rostro sonriente no es más que una máscara adherida a mis lágrimas, que poco a poco, bajo la profundidad de un suspiro se ve diluida por la sal. Creíste que sería pura alegría, decepción, sorpresa adolorida.
Caíste de alto en el profundo abismo del engaño, tras la sombra de un mar muerto, de un aire retenido en jaula de acero y cobre, lástima que no tuvieses las agallas de permanecer, de nadar en mis aguas, de sobrevolar mis cielos de éter púrpura, de cuidar de mi en estas noches oscuras.
Cuánto amor para retornar, para agradecer sutiles promesas de viento que no te detuvieron y te fuiste, te vas al jamás sin regreso.
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