Aún en la orilla, un tanto desconcertada, luego de la efímera tormenta.
Devuelvo la mirada al mar, ahora con otras aguas, con vientos o tierras distintas.
(Puede hasta que ardan estas aguas).
No confío, no me sumerjo, no me apartaré de la orilla.
Necesito centralizar mis vientos, mis propias aguas, mi fuego.
Ya luego dejaré, tal vez, que me arrastré la marea, de forma instantánea...
¿O eterna?
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