Extraño la primera boca que rozó mis labios. Aquella cobarde que en días primeros fue sincera, que me quiso y me deseó. Esa boca si me dijo amor, por corto tiempo, pero fue real mientras duró.
Extraño los ojos que me acariciaron, me dijeron en sus pupilas lo preciosa que era, me comieron y amaron.
Extraño las manos que me recorrieron, extasiaron sin pudor ni reclamos.
Extraño a aquel que estuvo y se fue; que busqué, vino y partió, que sigue sin estar, sin volver.
Extraño los días, lo extraño a él.
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