No creas que fuiste tú, no eres resposanble de mi corazón roto, de mi alma turbia. Más, sin embargo, jugaste con las piezas desordenadas de mi, a mera voluntad moviste y trasladaste cada una de éstas.
No te culpo, ya estaba así a tu llegada.
Pero, espero entiendas que los trozitos, punzantes, los dejaste al momento de tu partida todos mal colocados.
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