Ya no sé que detesto más, si tu ausencia o tu presencia. Aún no decido en cual de las dos te siento más lejano, más distante. Tampoco cuando me siento más aturdida y sola.
Ya no quiero sentir. Devolver el tiempo, retornar ese saludo a donde debió permanecer. Silenciar tu voz, atar tus manos, ignorar cada gesto, olvidar cada palabra.
Prefiero retroceder cada paso, que continuar hundiéndome en las arenas movedizas de la confusión que provocas.
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