miércoles, 25 de julio de 2012



La llama del viento fue encendida justo cuando mis ojos siguieron tu andar.
Es que fueron los lirios de la avenida que coincidieron con el danzar de tus pasos.
La luna nos protegió con su sombra, adueñándose de las nuestras. 
Su fiel reflejo complementaba el dulce color de tu piel.
Combinación perfecta con el sutil gris del pavimento donde flotaba tu mirar.
Una sonrisa era dejada escapar entre sus suspiros.
La magia sobrevolaba en espirales sobre sus cabezas.
Más sólo resta olvidar. 
Dejar atrás lo que siempre estuvo estancado. 
En penumbras, en la oscuridad de la tarde. 
Huiré de tu nombre, me esconderé de tu sombra. 
El trinar de las aves se ve silenciado por el estruendo de la tormenta.
 Sin oír, sin sentir, sin más razón para creer. 
Dejo todo al viento, confío en lo que la brisa traiga con ella. 
Seré un espejo sin reflejo, sin luz que muestre su interior.

sábado, 21 de julio de 2012

Y te fuiste, tan fugaz como un suspiro.
Jamás pensé que dirías adiós.
Ahora te marchas para el que todos afirman, es un mejor lugar.
Espero que así sea, que se mantenga tu felicidad.
Que tu corazón lleno de luz nunca deje de brillar.
Y aún si no fuese el mejor lugar, si estás ahí, lo será. 
Aún incluso cuando sus labios no lo confiesen, 
su mirar incita a creer en las promesas de sus caricias.
El tierno roce de sus dedos en la sonrojada piel que tiembla ante su dulzura.
En rocío torna lo que solía ser un glaciar helado,
inundando el árido desierto de su voz.
Al alma libre ya no le importan las cadenas, 
ni vivir en cautiverio en su mágica morada.
Mientras en sus brazos permanezca, 
ni la más fuerte tormenta la despertará de su sueño lúcido. 
La bella agonía de esperar ver su luz cada día, 
eso la mantiene viva.

miércoles, 18 de julio de 2012



La luz se apagó, mi sombra se desvaneció. 
Junto con ellas, mi sentir se ahogó en un leve suspiro del viento.
Entre los manantiales que reflejan tu rostro, en el trinar del ave que me recuerda tu voz.
En ese lugar encantado, justo ahí, grito en silencio tu esencia, revivo cada segundo a tu lado.
Busco el olvido en las rocas grises y frías, como el trozo sin vida de mí. 
Tu adiós me demostró lo fugaz que es la vida, la simple complejidad de las cosas.
Lo momentáneo que son los sentimientos, lo que perdura un beso, la belleza de un amanecer, el gran poder de una sonrisa. 
Me mostraste maravillas en tu estadía, así como en tu partida. 
Bendita seas, alma que hoy flota en las promesas de la eternidad.

martes, 17 de julio de 2012

Ruedan las manecillas del reloj alrededor del pentágono. 
La lana del cordero se riza entre sus dedos. 
No hay necesidad de mentir, no tienen que ocultar. 
Pero surge el presentimiento de que hay más parecido de lo habitual. 
Es el mismo temor de querer en el silencio aquello que se debería gritar.
Sospechan que los días traerán consigo el despertar de las mariposas en sus almas. 
Que emprenderán vuelo y se reunirán en el centro del camino. 
Esa vereda que los conducirá al río de colores que brota de un volcán. 
No desesperen, griten en silencio, cuenten las horas que marca el reloj. 
Pronto se acerca el momento en el que el miedo habrá sido sólo el paso previo al dibujo permanente de la mágica curva en sus rostros.
Es esa luz que atraviesa mi ventana emanada por el mismo sol que ahora acaricia tus dedos. 
Es la misma brisa que mueve tu cabello, la que refresca mi tarde.
Son las horas, los minutos  en el día.
El mismo cielo es el que admiramos, en el que buscamos una razón para creer.
Son los días, son las estaciones.
Es cada amanecer, el sutil brillo de la luna en los desvelos de nuestras madrugadas.
Son los sueños que compartimos, las metas trazadas, el deseo de sonreír cada mañana.
Es tu alegría, es mi felicidad como consecuencia.
Caminos paralelos que rompen con toda ley establecida.
En un punto desconocido, se intersectan
Y ahora veo tus ojos, en ellos no queda ni un rastro de inocencia. 
En un suspiro, la chispa que caracterizaba tu sonrisa se apagó. 
¿Cómo he dejado que pase esto?
¿Cómo en tan poco tiempo te has hundido tan profundo?
Me culpo de haber soltado tu mano cuando más necesitabas que la sostuviera.
Finges alegría, aún cuando sabes, sabemos, que no es lo que sientes.
Tu alma se ha ahogado en el humo con el que intentaste apañar tus penas, en la oscuridad habitas.
Entre tinieblas, no me creo capaz de encontrarte, de ayudarte a salir del abismo que has caído. Pero fuiste tu quién se paró justo en el borde, esperando. 
¿Cómo pude? 
¿Cómo pudiste?
Te he perdido, y sé que no quieres regresar. 

domingo, 15 de julio de 2012

El cielo habla por si sólo. 
Las palabras se tornan ornamentos entre los ojos que se contemplan, mientras la ansiedad de saber la verdad los consume.
Espera interminable del todo. 
En un silente suspiro, la melodía calla. 
Admiro los dedos que tiemblan por el temor de la noche. 
Las estrellas danzan en el cielo raso. 
Los muros que antes fueron minuciosamente elaborados, de pronto caen en un delicado soplido del viento. 
Los latidos exhaustos por el improvisado maratón, manos cubiertas de rocío y el dulce lamentar de unos labios expuestos atraviesan las horas. 
Todo llega sin buscarlo, chocan sin siquiera notarlo. 
Cuerpos y caminos entrelazados.
La simplicidad de un complejo espiral, con un principio sin un visible final.
Tan dulce. tan amargo. 
Es tu actuar que consume las enredaderas de mi camino. 
Las frías flores en él se derriten por tu presencia. 
Mas vuelven a su estado original ante el hielo de tu voz. 
No notas el temblar de mis manos, o el recorrido de mis ojos en el horizonte de tus pupilas. 
De vez en cuando, me sorprendes con un quizás, pero tus pies te ignoran. 
Y en un parpadeo corres hacia otro andar. Intensificas las dudas, multiplicas la falta de razón. 
Sentir no era lo que pretendía, pero ya sé te hace costumbre cambiar mis horarios. 
Del todo común te es sacudir la base de mi cordura. 
Tu mirada fugaz, y el coordinado encuentro de nuestras sonrisas.
Eso es lo que disloca hasta la última vertebra en mi. 

jueves, 12 de julio de 2012

  El ángel de rotas alas la observa tras las nubes, mientras la brisa agita el desventurado destino de su aureola.
La niña entre los árboles siente el violeta grisáceo de su mirar.
Espera a que vuele hacía ella, pero inmóvil se mantiene.
Ella finge una sonrisa, juega con sus dedos.
Él mucho dolor oculta, teme salir herido nuevamente.
Perder lo poco que aún puede considerar suyo, su tristeza.
¡Oh, pobre criatura! En un intento improvisado decide volar, más sus alas débiles y maltratadas no logran sostenerlo. 
Se derrumban sobre las flores de loto, esas que flotan al atardecer antes de ahogarse en la corriente. 
La niña pretende creer que cree, en cualquier instante perderá la fe.
Si un ángel no reúne el valor suficiente, por qué ella lo ha de hacer. 
La misma distancia hay de las nubes al suelo, que del miedo a su corazón. 
Sólo basta una señal, y quedaría sellado. 
Un momento de sincero silencio, un suspiro premeditado y un dulce trocito de verdad.
Entre risas, ella busca sus ojos. Aquel rocío tan seco que inundó el desierto de vertiginosos caudales. 
Saben que el amor podría volar más allá de las constelaciones terrenales. 
Pero como tal como sus alas, lo cubren con vendajes en la oscuridad. 
Cada centímetro de lejanía destruye la melodía que ambos podrían cantar. 
Las aves en el arco del ocaso emprenden el vuelo para no regresar, y el ángel, su ángel junto con ellas se va.

domingo, 8 de julio de 2012

Debajo de esas ramas donde me juraste jamás partir. Mientras una brisa de colores envolvía nuestras almas, mariposas aleteaban sin cesar, espirales eran creados en mis sueños lúcidos. Justo ahí, veo tu sombra cubriendo mis dedos. Y un destello ilumina tu rostro en un instante divino. Flotan las nubes que componen el soneto de la dulce melodía de tu voz. Y aún sin haber sido revelado el enigma de la madrugada, conozco cada centímetro del violeta de tu corazón. Danzan en tu pelo las hojas, a pleno contraluz dibujan en tu piel un perfecto trazo. Sin más cubierta que tu sonrisa y un sincero mirar, prometes un mañana con un infinito circular. El rocío cubre ambos luceros y la alegría es silenciada por un beso eterno.
Desesperado, noto el delirio de persecución en su mirar. Corre detrás de su sombra. Pretende que crea, pero sé que no es más que un enmascarado depredador. Quiere cazar a la inocente criatura que acecha. Merodea entre los arbustos en busca de su sangre. Y luego, la culpa de invadir su territorio. Dulce amargado, entre sus macabros deseos sé que posee una tierna intensión. Debajo de todo dolor enterrado en sus garras, oculta miles de sonrisas. Sonrisas que quizás un día este dispuesto a compartir con su presa. 
El lazarillo que debió llevarme a ti, y nunca lo hizo. Confíe en mis ojos, que despertaron con el paso del tiempo. En las sombras de la luz de tu mirar, me perdí. Me transportaste a un oculto laberinto, hermosa estadía en tu centro. Acorralado entre las enredaderas que tu mismo cosechaste. Aturdido por la hipócrita belleza de las rosas. Permanezco inmóvil, el temor de dar pasos en falso me paraliza. Quizás quiera huir, tal vez me deba quedar. Las flores de loto en el pantano persuaden mi premeditado escape. Y a tu lado me quedo, observando cada una de las gotas de rocío que delicadamente bañan tus labios.
Los horarios se destruyen, los relojes caen en mil pedazos. En la neblina del antesala del amanecer, surge una duda: ¿Estarás aquí para el ocaso?
Entre los rostros del pasado, encuentro el suyo merodeando mi sombra. Visualizo la prosa compartida entre nuestros labios. La pereza de mis ojos en ese entonces no me permitió apreciar el alma que hoy admiro. No sentí los latidos que ahora derrumban mi estructura. Mucho menos respiré su esencia ni mire a través de sus gestos. 
¿Habrán sido aquellos pasos en dirección al camino que pretendo emprender, o sólo fueron pequeños desvíos o atajos hacía otro rumbo cercano? Me acomodo a esperar, mientras recuerdo cada una de las pistas que dejé en la vereda con su nombre escrito en ellas. 

sábado, 7 de julio de 2012


Sin más intermediarios, quiero navegar hacía ti en línea recta. No más tornados, no más oleaje. En las turbulentas aguas de tu mar oscuro, encuentro de pronto un rayo de esperanza. Es el faro de un quizás en tu voz. En tu actuar, una posibilidad de que pueda conquistar tierras extranjeras. Pero mi embarcación se ve sacudida por el fuerte viento, una tormenta se avecina. Y en la nada me encuentro. Sin más refugio que tu sonrisa forzada, sin otra manera de salir que avanzar sin rumbo, sin destino.
El sol se oculta dentro de mi. No sabes nada, despídete de la imaginación. Todos los impulsos dados, tan sólo para obtener algo de reciprocidad. Más, nadie escucha, nadie actúa. De nuevo te encuentras frente a mi, el ocaso se avecina. Quisiera que las palabras fluyeran del mismo modo que lo hacen tus pies. Todo se queda estático, al menos hasta que el oleaje aumenta y te lleva con él. Dejándome varada, a la espera de que regreses al amanecer.

Entre líneas y rayones. En aquel papel que estrujé tratando de ocultar su alma. Busqué la manera de eliminar tu recuerdo. De borrar mi memoria. Pero no contaba con que te habías alojado tan adentro. Los días me muestran que aprendí a querer. Lástima que desconoces mis conocimientos. La ignorancia suele ser el más cruel de los pecados. De pronto, alzo la mirada, te veo. En medio de la tormenta siento la pasividad de tus vientos. El tiempo colapsa, los minutos se desvanecen. Solos tú, yo y el diluvio en nuestras almas.

martes, 3 de julio de 2012

En medio de la noche, escucho el grito silenciado por la crueldad del viento. Una vez más, me resisto a creer. Ante todo buscar la forma de sobrevolar y alejarme de su ser. Más, los días con su paso me arrastran hasta el remolino de sus latidos. Me sostengo de la inocencia, de la promesa de un quizás. Y justo cuando estoy a punto de caer, interviene. Me envuelve con sus alas. Protege mi alma, al extremo, que me cuida de si mismo. 
Mas, trato de ignorar lo que hay antes del punto, 
y descifrar lo oculto tras una sonrisa.
Pensamientos que continúan siendo un enigma.
¿Hasta cuándo?
Me preparo para el salto,
lo notarás cuando ya sea muy tarde. 
    Los retoños te habían imitado, pero no fue hasta el flotar del sol que pude ver. Las flores vinieron con la brisa de aquel verano. Trajeron consigo el rocío y tu sonrisa. Tu voz se tornó dulce savia. Mientras una lluvia de hojas nos arropaba, en medio del cantar de un ruiseñor. Celeste color me has mostrado, has cubierto cada rincón con un diseño majestuoso. Una nueva estación has creado. Y estos días han sido transformados. 
Ahora esas letras me persiguen.
Tu ser me ahoga adondequiera que miro.
La raíz del número repetido.
Te siento en lo más bizarro.
El reflejo de tus rasgos se muestra en cualquier momento.
Tus letras, 
tus números, 
un completo teatro en los cuatro puntos cardinales.
Buscando la salida,
pero tu espectro me lo prohíbe. 
Entre título y punto final, ahí lo encuentro. El fantasma de la tinta de tu pluma. Aquella que trazó miles de flores, colores de promesas, e incluso alguna que otra traición. 
De pronto, el cantar del viento entona tu voz. Y un remolino dibuja en el cielo nuestros latidos. Más, sigo sin comprender la fragmentación de la luna y la gravedad entre tu cuerpo y el mío.
Trato de resolver unos de tus tantos misterios. Mientras, la luna observa el arroyo de agua salada que corre por la arena y el témpano de hielo derretirse en el desierto de mi piel.