En medio de la noche, escucho el grito silenciado por la crueldad del viento. Una vez más, me resisto a creer. Ante todo buscar la forma de sobrevolar y alejarme de su ser. Más, los días con su paso me arrastran hasta el remolino de sus latidos. Me sostengo de la inocencia, de la promesa de un quizás. Y justo cuando estoy a punto de caer, interviene. Me envuelve con sus alas. Protege mi alma, al extremo, que me cuida de si mismo.
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