Y ahora veo tus ojos, en ellos no queda ni un rastro de inocencia.
En un suspiro, la chispa que caracterizaba tu sonrisa se apagó.
¿Cómo he dejado que pase esto?
¿Cómo en tan poco tiempo te has hundido tan profundo?
Me culpo de haber soltado tu mano cuando más necesitabas que la sostuviera.
Finges alegría, aún cuando sabes, sabemos, que no es lo que sientes.
Tu alma se ha ahogado en el humo con el que intentaste apañar tus penas, en la oscuridad habitas.
Entre tinieblas, no me creo capaz de encontrarte, de ayudarte a salir del abismo que has caído. Pero fuiste tu quién se paró justo en el borde, esperando.
¿Cómo pude?
¿Cómo pudiste?
Te he perdido, y sé que no quieres regresar.
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