viernes, 14 de septiembre de 2012

El humo se disipa,
dejando entrever la hora perdida.
En la luz de las sombras queda escrita la noche.
Por sus ojos se esfumaron las tinieblas de la tarde.
Mas sus labios crearon el horizonte más lejano.
Comisuras de un esplendor mágico, tenebroso. 
Manos sombrías que apartan los rasgos sedantes de las manecillas.
Las cenizas se apagan, el caos se apacigua.
Y una duda, la duda, permanece. 

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