miércoles, 1 de agosto de 2012


La lluvia caía en la camisa de fuerza que cubría cada centímetro de su esencia. A través de una pequeña grieta, se crea un escape. Sus ganas de volver a ver la luna le dieron el valor para escalar hacía la salida del abismo donde estaba enterrado. Dejó atrás tormentos y pesares. Ya le era posible disfrutar del dulce olor de la libertad. El amor enjuagó su dolor. Y con la suave piel de sus manos, acarició cada una de las cicatrices que el pasado le propició.    

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