sábado, 4 de agosto de 2012

Me sostuve hasta más no poder de la frialdad de tu cuerpo. 
Pero en una brisa cálida de tus ojos, besé el suelo con mis labios.
Sin tener fuerzas para levantarme, clamé tu nombre.
Más no respondiste, sólo tus sombras escucharon mi llamado. 
Sombras que aplastaron mis entrañas en un parpadeo.
Y me dejaron desahuciada, esperando por tus manos. 
Ahora caminas lejos, tu luz ya no sé deja ver en mis sueños.

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