martes, 3 de julio de 2012

Entre título y punto final, ahí lo encuentro. El fantasma de la tinta de tu pluma. Aquella que trazó miles de flores, colores de promesas, e incluso alguna que otra traición. 
De pronto, el cantar del viento entona tu voz. Y un remolino dibuja en el cielo nuestros latidos. Más, sigo sin comprender la fragmentación de la luna y la gravedad entre tu cuerpo y el mío.
Trato de resolver unos de tus tantos misterios. Mientras, la luna observa el arroyo de agua salada que corre por la arena y el témpano de hielo derretirse en el desierto de mi piel. 

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