domingo, 15 de julio de 2012

Tan dulce. tan amargo. 
Es tu actuar que consume las enredaderas de mi camino. 
Las frías flores en él se derriten por tu presencia. 
Mas vuelven a su estado original ante el hielo de tu voz. 
No notas el temblar de mis manos, o el recorrido de mis ojos en el horizonte de tus pupilas. 
De vez en cuando, me sorprendes con un quizás, pero tus pies te ignoran. 
Y en un parpadeo corres hacia otro andar. Intensificas las dudas, multiplicas la falta de razón. 
Sentir no era lo que pretendía, pero ya sé te hace costumbre cambiar mis horarios. 
Del todo común te es sacudir la base de mi cordura. 
Tu mirada fugaz, y el coordinado encuentro de nuestras sonrisas.
Eso es lo que disloca hasta la última vertebra en mi. 

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