miércoles, 18 de julio de 2012



La luz se apagó, mi sombra se desvaneció. 
Junto con ellas, mi sentir se ahogó en un leve suspiro del viento.
Entre los manantiales que reflejan tu rostro, en el trinar del ave que me recuerda tu voz.
En ese lugar encantado, justo ahí, grito en silencio tu esencia, revivo cada segundo a tu lado.
Busco el olvido en las rocas grises y frías, como el trozo sin vida de mí. 
Tu adiós me demostró lo fugaz que es la vida, la simple complejidad de las cosas.
Lo momentáneo que son los sentimientos, lo que perdura un beso, la belleza de un amanecer, el gran poder de una sonrisa. 
Me mostraste maravillas en tu estadía, así como en tu partida. 
Bendita seas, alma que hoy flota en las promesas de la eternidad.

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