sábado, 17 de noviembre de 2012

Aún no olvido el trazo que quedó dibujado en mi mano.
Y los ojos destilantes de una mezcla tan dulce, como amarga.
Sabios, tus labios, narraban para mi, cuentos de hadas.
Hechizos, amor verdadero, por siempre y para siempre. 
Una bruja malvada y un hada azul, y yo perdida en la luz reflejada en tus pupilas.
Algo de una niña de rojo y una feroz criatura, tus palabras danzaban en el salón.
Iba y volvía, y te mantenías. La bella, la bestia y tu sonrisa.
Decías de un lugar donde las horas no pasan, todo se mantiene intacto.
De pronto, sólo estamos tú y yo, la multitud se difuminó.
Había una vez una historia de dos, un príncipe encantado y su dulce doncella.
Se pierden, y sin buscarse, una y otra vez, se encuentran.
Lo único que se interpone es el temor. Y el final feliz que sólo depende de sus voces.

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