sábado, 17 de noviembre de 2012

El canto de un ruiseñor despertó la brisa de aquella mañana,
Y con sus olas, el viento te arrastró hasta mi.
Mis ojos flotaban en el firmamento de tu rostro. Delineando cada rasgo, definiendo el contorno de tu sonrisa. 
Tus palabras difuminadas por el poder tus pupilas.
Ente de paz, de discordia. 
En el silencio, analizo tus gestos, memorizo los movimientos silentes de tus labios.
Y en las noches, los recuerdo. Apaciguo mi corazón sediento. Le trunco la jugada a la soledad,.
En el recuerdo de tu alma, descanso la mía. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario